Recuerdo que alguna vez mi profesor de lengua
española me dijo que las palabras se las lleva el viento. No sé si eso sea
cierto porque dentro de mi cabeza hay tantas frases dichas revoloteando como
polillas en busca de una luz.
El problema es que no hay una salida. Un camino.
Una fuga. Dentro de la cabeza todo es obscuridad; obscuridad y esta magia
perversa que torna todo en duda. Que revierte. Que distorsiona… crea manifiesta
inventa destruye decora.
Es una magia temible. Propia y desconocida.
Un veneno que
desintegra la realidad.
¿Por qué será?
Solía creer que era mi propia debilidad. Mi
inexperiencia. Mi soledad.
Eso lo explicaría.
El veneno del miedo se come mi realidad, y
deja como residuos de su miasma plasmosa una mentira creíble, hermosa,
satisfactoria al final.
Pero y si…
Y si…
¿Y si fuera sólo el amor que secretamente
tenemos por nosotros mismos?
Y si fuera solamente la precaria forma que
tenemos de abrazarnos a nosotros mismos. Porque no podemos volver atrás. Porque
no se puede volver a cuando no sabía.
Y si fuera
Solamente
La forma de buscarme
La forma de conocer a la niña que fue y murió
porque ya no soy la misma
Quiero construir un nido. Pequeño. Acogedor. Cálido.
Quiero construir una
realidad donde no es necesario sufrir. Donde las cosas “no sucedieron
exactamente así”. Donde ¡¿Qué importa?!
Al fin y al cabo llegamos hasta aquí.
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